domingo, 26 de julio de 2020



LA ÉLITE DE PODER SE RESISTE Y EL PUEBLO TODAVÍA
NO TIENE ALTERNATIVAS DE PODER
Máximo Constanzo y Roberto Muñoz. Centro de Estudios Francisco Bilbao.
Chile y su Revuelta siguen siendo noticia, más allá de la férrea censura local y el ninguneo de la prensa internacional.
Las protestas del 2 y 3 de julio y las movilizaciones para lograr que los fondos del 10% de las nefastas AFPs (pilar financiero del sistema) sean devueltos a sus verdaderos dueños, es decir a los trabajadores, logró romper el statu quo. Esto es muy importante ya que el gobierno, el sistema, la élite de poder de Chile ha hecho un gran esfuerzo por aprovecharse del momento crítico de la pandemia y apagar la protesta social, sembrando el miedo y generando un estado represivo con militares en la calle, con toque de queda, y con leyes muy represivas. Efectivamente eso ha cumplido cierto efecto, intentando disciplinar al movimiento social a partir de los medios de comunicación oficiales que han metido este miedo en particular.
En julio se pudo romper en buena parte del país esta situación con protestas que se han ido generalizando -no a nivel que las de octubre del año pasado- pero sí a un nivel importante considerando la situación de la pandemia. Hubo movilizaciones desde Arica hasta Punta Arenas, pasando por todas las ciudades importantes del país. En la región Metropolitana, se dieron manifestaciones masivas, cacerolazos y enfrentamiento con las fuerzas represivas, tanto con Carabineros (policía uniformada), como las fuerzas militares, que sin lugar a dudas es un punto de inflexión en medio de la pandemia.
En Chile hay una crisis económica y social brutal, despidos masivos, leyes laborales que favorecen a los empresarios y perjudican  a los trabajadores y al pueblo. Esto afecta a todos los estratos sociales, menos a los súper ricos y las transnacionales que siguen con sus multimillonarias ganancias, lo que llevó a decir a José Manuel Mena, Presidente Asociación de Bancos e Instituciones Financieras, en T13 Radio “No hay riesgo de una crisis financiera en este minuto,  y si es necesario que la banca no genera nada en tres años,  no hay problema,  se va a enfrentar con responsabilidad”, una situación similar, alejada del drama social, la viven las trasnacionales que se llevan nuestras riquezas naturales, las empresas de telecomunicaciones, electricidad, sanitarias, etc., etc., que no han visto en peligro sus negocios. A decir verdad,  la élite corrupta en medio de la pandemia ha flexibilizado las normas medioambientales, con la excusa de la pandemia y la necesidad de trabajo, para seguir depredando nuestra madre tierra, y ha visto aumentadas las rentas y beneficios a sus accionistas y propietarios.
 El escándalo de los grupos económicos en defensa de las Aseguradoras Fondos de Pensiones, tiene que ver con la defensa del sistema. Ellos intuyen que se abre una puerta para que el negocio de las AFPs y con ello el modelo neoliberal, entren en crisis terminal; aunque obviamente no sea el fin del capitalismo.
El drama es la situación del pueblo empobrecido y también de capas sociales más acomodadas, que también son trabajadores o pequeños y medianos comerciantes. Como la imposibilidad de trabajar, por las cuarentenas y restricciones a la movilidad, de que muchos, en la economía informal, que trabajan en los mercados callejeros o el comercio ambulante u otras formas, no puedan ganar su sustento diario. Entonces hay una situación dramática en lo social, y el gobierno con las medidas que ha impuesto, que son medidas parches y todas empresariales no logra aplacar el descontento social, solo puede ofrecer medidas para endeudarse más, vetando incluso un proyecto de ley que impedía que se suspendieran los servicios básicos (agua, luz) a los que no pudieran pagar.
La casta política, que incluye parte del oficialismo y la falsa oposición, ha querido mostrar en estos días que ellos son los artífices que el 10% de las AFPs sea devuelto a los trabajadores para que afronten la dramática situación social, y que el gobierno y el empresariado se resistió por razones ideológicas. Pero lo cierto es que la presión social, a punta de caceroleos y barricadas, fue la que los obligó a legislar. Ya lo dijeron parlamentarios de la falsa oposición, “si no hacíamos esto, tendríamos una revuelta 2.0”. Como resultado, serán 18.000 millones de dólares, los que irán directo a la economía, y si consideramos impuestos directos como el IVA, serán 1.800 millones de dólares que le llegarán al Estado. Hasta los economistas más retrógrados, luego de la promulgación y firma de la ley por el presidente Piñera (tenía la posibilidad de vetar), han tenido que reconocer que esto dinamizará la economía interna.
El romper el miedo por parte del pueblo movilizado, la protesta callejera y toda su potencialidad de desestabilización ha obligado a la elite política (más que por convicción, si no por el temor) a ceder cosas, que hace poco eran impensables.
El golpe blando de la élite.
Después de las revueltas de octubre de 2019, a mediados de noviembre, en nuestra opinión - tal vez no es compartida por todos- hubo una especie de golpe de estado “blando” gestado por la élite de poder. Ellos se asustaron.
La violencia de la revuelta, la masividad, el hecho de que millones de ciudadanos salieran a las calles a expresar su repudio contra la situación imperante, buscando un cambio de fondo, puso en cuestionamiento la gobernanza neoliberal. Por lo tanto, la élite de poder, incluyendo a los militares, la llamada “clase política”, que en realidad es una casta política, los empresarios, todos estos que han dirigido el neoliberalismo en Chile, se pusieron de acuerdo para ver cómo parar la situación, de intentar retomar el orden en el país.
Un primer momento de este llamado golpe blando, fue el llamado Acuerdo Político para una nueva constitución, en la madrugada del viernes 15 de noviembre, acuerdo político trucho, de la casta política, un plebiscito para tratar de apaciguar la revuelta.[1] Otras medidas que tomaron tenían que ver con el actuar de la policía y militares. Entre otras, cambiar la cabeza directiva de la Inteligencia en Chile. Se removió el mando de la Agencia Nacional de Inteligencia, la ANI, la Inteligencia de Carabineros, de las Fuerzas Armadas. También tomaron medidas como comprar armamento de distintos niveles, e iniciaron las licitaciones, en la Armada, en el Ejército, en la Fuerza Aérea y por supuesto también en Carabineros. Comprar armamentos para apaciguar la revuelta, por si la protesta popular se seguía saliendo de madre, por así decirlo, y adquiriera un nivel superior -que todo indicaba que iba a ser así- por lo tanto, la preparación de las Fuerzas Armadas fue realizada con la mayor urgencia desde el año pasado, aunque en realidad esto es permanente.
La experiencia de la participación en la ocupación militar chilena en Haití, (son varios años en que los contingentes de militares han ido tomando experiencia en represión en este hermano país), con escándalos de corrupción incluidos;[2] los contactos con Colombia y los norteamericanos -hay una base norteamericana en la localidad costera de Concón, que prepara a las Fuerzas Armadas para la represión.[3]
Las Fuerzas Armadas no solamente se preparan para “la defensa del país”, sino también para lo que llaman el enemigo interno. Y ahora apareció el enemigo interno que es el pueblo movilizado. Por lo tanto, ellos se vienen preparando, actualizaron su TOM, el Teatro Operativo Militar y la pandemia les vino como anillo al dedo, ya que pudieron actualizar todos sus mandos. Incluso toda la crisis de corrupción al interior de las fuerzas armadas se ha visto “suspendida”.[4] En la práctica se unieron en torno a la lucha contra el enemigo interno. También hay que considerar que ha recrudecido la existencia real de una guerrilla del pueblo mapuche, que efectivamente ha ido aumentando su accionar militar o paramilitar, para expulsar a las empresas forestales y salmoneras de su territorio.
Las dificultades para una salida popular
Hay crisis del neoliberalismo porque el pueblo o vastos sectores de él están hastiados de tanto abuso e injusticia. La pandemia vino como un salvavidas para el gobierno y la élite de poder.
Está en veremos cómo sigue la revuelta, ellos -la élite de poder- los defensores a ultranza del neoliberalismo, que tan jugosas ganancias les ha otorgado, no tiene un camino fácil, porque la explosión social está como potencia, como peligro real, permanece allí.
Pero a nuestro entender, en el pueblo hay una gran dificultad que tiene que ver con las alternativas de poder que están naciendo en Chile. Porque para que se vayan los burgueses tiene que haber un poder que lo reemplace, no se van a ir por buena voluntad, hay que echarlos.
 ¿Cuál es el poder popular que va a reemplazar al poder de las elites, de los poderosos? Eso es una situación que todavía está en veremos. El canciller chileno Teodoro Ribera, en una entrevista en el diario español El País, el año pasado, catalogaba desde su visión, que es la del gobierno, a la protesta social de Chile como una protesta posmoderna: “No hay líderes prestablecidos, no hay demandas concretas y son los sectores de la clase media los que protestan. No hay con quien negociar.”[5]
Porque no hay con quien dialogar; no hay con quien negociar como en las viejas concepciones de conflicto sociales. Esto es algo nuevo, donde el liderazgo es del pueblo, el pueblo está a la vanguardia de la vanguardia y no hay vanguardias. Esa es la crisis que tiene la izquierda especialmente la marxista revolucionaria.
En medio de la enorme revuelta social, la saludable y fresca revuelta social, hay una hegemonía de una especie de neo-anarquismo, donde lo más importante es la revuelta por la revuelta y no está presente la lucha por el poder central. Se ha instalado en ciertos sectores del pueblo una barrera entre reforma y revolución que conflictúa aún más la lucha. Esta contradicción nos deja como alternativa a la socialdemocracia que sigue tratando de colocarse como interlocutor social válido, y la revuelta con una impronta neo-anarquista. La socialdemocracia es directamente capitalista y cómplice del neoliberalismo y la neo-anarquista es funcional a que la élite siga en el poder.
El neoliberalismo está agotado, particularmente porque hay un cambio de época a nivel mundial. Estas economías como la chilena que tiene una cantidad gigantesca de relación con todo el mundo, donde nada es chileno, por así decirlo. Incluso las legumbres que producíamos para todos los chilenos en la década de los 80, hoy en día -en función de la canasta de ayuda social que realizó el gobierno- tuvo que traerlas de Canadá y también a Argentina. Ese dicho chileno “más chileno que los porotos”, es mentira. Los porotos se producen en otra parte, nosotros tenemos una economía abierta que ya no es sostenible.
En el nuevo capitalismo, el que viene, o las nuevas sociedades que vienen, Chile no tiene cabida, no tenemos capacidad de producir nada. En este país no hay industria, todo es monocultivo. Hay una crisis mundial y el neoliberalismo tipo chileno no tiene cabida, por lo tanto, tiene que haber una transformación. El problema es cuál es esa transformación, cuál es el pos-neoliberalismo que se viene, porque el capitalismo se resiste a caer. Todavía hay un proceso que hay que hacer. Pero supongamos que va a suceder, como creemos que va a suceder por la impronta de la revuelta, por la situación, por los cambios que están ocurriendo en el mundo. El problema es qué lo reemplaza.
Hasta el momento estamos sin una alternativa popular de cambio, y lo más probable es que al modelo neoliberal lo va a reemplazar un nuevo modelo capitalista anti-popular dirigido por la misma élite de poder disfrazada.
Aquí todo depende -para los revolucionarios, para la gente que quiere un cambio real, profundo- de qué alternativa de poder, como movimiento popular, estamos en condición de ofrecer a esta situación. Porque el pueblo de Chile está en rebelión, ha tomado conciencia, pero está, al igual que cada uno de nosotros, lleno de contradicciones. Por ejemplo, hace unos días, hubo una movilización de trabajadores forestales en el sur exigiendo “estado de derecho”. O sea, los trabajadores protestaban, a causa de que habían quemado, las fuerzas rebeldes mapuche, ciertas máquinas forestales. También está sucedido este tipo de problemas con otro tipo trabajadores en otros lugares, o con pobladores que también han denunciado,  en la ciudad de Cartagena, por ejemplo, a las personas que se estaban colgando de la luz, sabiendo que lo hacían por necesidad. Entonces está en disputa el poder en el pueblo chileno. La élite tiene capacidad de maniobra, eso lo podemos ver, pero esa capacidad de maniobra es por la debilidad de nosotros. 
 La crisis es muy grande, pero no toda crisis necesariamente termina en cambios de profundidad, porque el sistema tiene capacidad de maniobra. Es tarea de los revolucionarios encontrar las respuestas a estas graves cuestiones, y con urgencia.

Julio 2020.




No hay comentarios.:

Publicar un comentario