José Martí decía que “los pueblos
de América son más libres y prósperos a medida que más se apartan de los
Estados Unidos” y tenía razón.
Hoy como ayer, la suerte de
nuestros pueblos, su futuro, están puestos en algunas batallas de esta larga
lucha por nuestra liberación y soberanía.
En los últimos años, Venezuela es
uno de los epicentros de esas batallas épicas. En las tierras de Simón Bolívar y Hugo Chávez,
se juega nuestro destino como pueblos y como clase trabajadora.
El enemigo de los pueblos
nuestro-americanos, en más de 500 años de la llegada del invasor español y
portugués, han sido los imperios y luego las oligarquías criollas que nos han
vendido al mejor postor.
Lo que se juega en Venezuela, va
muchos mas allá, de si hay o no hay democracia, que la hay, de que si impera la
ley o no, como si la norma legal fuera el problema. Lo que se juega es la
posibilidad de que un pueblo pueda tener soberanía e independencia real, no
ficticia, una soberanía sin la intromisión del imperialismo yanqui.
Lo que se juega hoy, es que si
las masas populares, los tradicionalmente desplazados, los que nunca tienen
voz, los explotados, los asalariados, los que no son de la oligarquía, puedan
estar en el gobierno y dirigir un Estado.
No es menor que Nicolás Maduro,
un chofer de microbuses, pueda ser presidente, no es menor que trabajadores y
pobladores puedan ser ministros, no es menor que exista poder popular.
El imperio y las oligarquías del
continente no han podido aceptar que un mestizo, un militar no venido de las
clases altas, pudo ser líder de un gigantesco movimiento liberador que pudo agitar a los dormidos, a los abusados, a los
pobres para rebelarse a tanta injusticia, como fue y es Hugo Chávez Frías.
Los que hoy quieren derrocar al
gobierno legítimo de Nicolás Maduro y cacarean en sus medios de comunicación por
la libertad, la justicia, los derechos humanos, son los mismos gobiernos
oligárquicos, que callan frente a las atrocidades en Colombia, en Brasil, en
Centro América y en el Caribe.
Para ellos es normal que mueran
cientos de dirigentes sociales en el continente cada año; para ellos es normal los falsos positivos, para
ellos es normal que no se respete a los pueblos originarios; para ellos es
normal que nuestras riquezas naturales se las lleven las grandes potencias;
para ellos es normal estar subordinados militarmente a los intereses de los
gringos.
Ellos, la oligarquía reinante son
los guardianes del saqueo de nuestras riquezas por parte de las
transnacionales. Son vende patria, muchas veces disfrazados de patriotas, son
los mismos familiares de los que traicionaron la independencias a lo largo de
cientos de años.
En Venezuela hay un problema de
clase y de pueblos. En Venezuela se
juega la posibilidad real que la Patria tenga un sentido popular.
La oligarquía venezolana están desesperada
por la insolencia de los de abajo, están
desesperados porque exista la posibilidad de dignidad, es la misma desesperación
que han tenido las otras oligarquías del
continente por ejemplos como el de Cuba, o que un indio pueda ser presidente en
Bolivia, como es el caso del hermano Evo Morales.
La in-dignidad de Sebastián
Piñera y su ministro converso Roberto Ampuero; del gobierno de Bachelet, con Heraldo
Muñoz; de Ricardo Lagos y su constante apoyo intentos golpistas en Venezuela;
de los demócratas cristianos que hablan de democracia y son de los mismos promotores
del golpe militar en Chile, es la in-dignidad de todos aquellos gobiernos que
en Chile han entregado nuestra soberanía a los gringos.
El deber de todos, hombres y
mujeres dignas, es, con todos sus defectos y errores, que son muchos, quizás
demasiados, apoyar el proceso bolivariano, y con ello apoyar a todos los
pueblos que buscan su emancipación.
En 1856, Francisco Bilbao, chileno,
bolivariano y precursor del pensamiento propio en Nuestra América, escribía un
texto llamado “Iniciativas de las Américas”. En éste Bilbao planteo Cuatro
ideas esenciales: 1) que los Estados Unidos representaban un peligro para
Nuestra América, 2) que esta debía unirse políticamente para enfrentarlo,
formando la Confederación del Sur, 3)que ello debía venir unido a la
revalorización de nuestras identidades, que poseen valores más elevados que los norteamericanos y 4) que
la causa de Nuestra América, a diferencia de los norteamericanos, era la causa
del hombre en general y por tanto coincidía con las de los otros continentes
oprimidos y con la de los propios pueblos de los países opresores. (Corvalán Márquez,
Noviembre 2015, Chile).
La Patria es América.
Centro de Estudios Francisco
Bilbao.
Enero 2019.
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