La ponencia fue entregada por el historiador Robert Muñoz,
sub-director del CEFB.
CON LOS CHILENOS VINIMOS, CON LOS CHILENOS MORIMOS
Este 21 de diciembre nos toca recordar y homenajear la
lucha de los trabajadores nortinos que protagonizaron la llamada Huelga Grande,
que iniciada en las faenas salitreras se extendió por toda la pampa y logró
unir a la clase obrera incluso en la ciudad de Iquique, en donde se produjo,
por criminal disposición del Estado chileno y a manos de sus fuerzas armadas,
una de las mayores matanzas de hombres, mujeres, niños de nuestra historia,
llegando a miles las personas asesinadas y heridas; miles más fueron detenidos,
golpeados, expulsados por ser obreros y querer mejorar sus condiciones
misérrimas de vida.
La crisis económica de la minerÃa salitrera, y las
condiciones inhumanas de explotación obrera, son la base y antecedente de esta
gran huelga obrera que culminará con la muerte de cientos de personas, nunca
definida la exacta cantidad de asesinados, ni los miles de afectados por la
represión patronal, estatal, policial, de la prensa y los polÃticos chilenos.
(Incluso el cónsul norteamericano en Iquique, solicita urgente que los barcos
de la marina de guerra de su paÃs se dirijan urgente al puerto para sofocar la
“anarquÃa” y la amenaza a las empresas mineras extranjeras).
Son varios los autores, poetas, historiadores y
protagonistas que han escrito y recordado este momento triste del pueblo. Es de
todos conocida la Cantata de Santa MarÃa de Iquique, creación de Luis Advis;
los poemas del anarquista Fancisco Pezoa que sirven de base para la obra de
Advis; las novelas de Hernán Rivera Letelier; la novela Hijo del Salitre de
Volodia Teiltelboim, entre otras muestras de la creación y el arte.
También entre los historiadores hay muchas obras que hablan
de este momento y de las cuales iremos sacando elementos para confirmar la
presencia y acción mancomunada de los pueblos y trabajadores de varios paÃses,
entre ellos peruanos, bolivianos, argentinos entre otros.
Sabemos por muchos datos que habrÃan cientos, quizá miles de
ciudadanos de las mas diversas nacionalidades, como el dirigente de la huelga
José Briggs, norteamericano, como de los informes de diversos cronistas y
testigos directos.
Estos trabajadores, con sus mujeres e hijos no abandonaron
la huelga ni a sus hermanos chilenos y perecerÃan de igual modo por mantener un
principio de fraternidad clasista y de convivencia diaria entre hermanos de
clase y de explotación.
Es de comentar la labor de los cónsules de Perú y de
Bolivia, de lo cual se informa en el periódico El Chileno de ValparaÃso, del 3
de enero que dice:
“Digna de especial mención es la honrosa actitud adoptada
por el cónsul del Perú, doctor don Manuel MarÃa Forero y el cónsul de Bolivia
don ArÃstides Moreno, quienes momentos antes de los luctuosos sucesos que
relatamos fueron donde los huelguistas a interponer sus buenos oficios en
misión de paz, y a convencerlos de la necesidad de que por su bien desalojaran
la Escuela, pero desgraciadamente sus benéficas palabras se perdieron en el
vacÃo de la negativa de los obreros”
En el trabajo de Pedro Bravo Elizondo, Santa MarÃa de
Iquique 1907: documentos para su historia podemos leer que el 23 de diciembre,
el diario El Comercio de Perú publica el testimonio de un anónimo observador,
que da cuenta que:
“El domingo 15, llegaron a pie, desde San Antonio 4000
hombres, trayendo banderas peruanas, chilenas y bolivianas, todos en perfecto
armonÃa y calma”.
Según el mismo periódico, a las puertas de la escuela, se
habÃan colocado las banderas de las tres naciones.
Por su parte el historiador Fernando Ortiz Letelier,
detenido desaparecido desde el 15 de diciembre de 1976 por la dictadura militar
chilena, nos indica en su obra El Movimiento obrero en Chile, que:
“los obreros de las oficinas de San Pedro, Cholita y
Sebastopol se suman a los huelguistas y prosiguen la marcha encabezados por
banderas de las repúblicas de América Latina” p. 170
El 7 de enero de 1908, El Chileno de ValparaÃso, publica el
informe que el cónsul peruano envÃa a Perú al periódico La Prensa, dando a
conocer el comportamiento de los obreros peruanos:
“cinco mil peruanos figuraban entre los huelguistas; pero
hay mas de nueve mil familias de la misma nacionalidad que residen en Iquique.
Previo al permiso del Intendente me trasladé a la Escuela
Domingo Santa MarÃa, les supliqué que depusieran su actitud subversiva, pero
fue en vano mi intención: mis reflexiones se estrellaron contra su
inquebrantable obstinación.
Nuestros compatriotas quisieron guardar lealtad a sus
compañeros hasta el último instante y no aceptaron la autorización de
retirarse, que en mi presencia, les concedió el directorio”
Se menciona también que murieron asesinados 70 peruanos y 40
heridos, en la masacre.
Respecto a los trabajadores bolivianos, en la novela
histórica, que cuenta la vida del dirigente comunista Elias Laferte,
protagonista y testigo de la masacre, el gran escritor Volodia Teitelboim nos
dice en modo literario, que refuerza ese sentimiento que ya hemos visto con
respecto a los hermanos peruanos y que indica un amplio y fraterno acuerdo que
prevalecÃa entre los huelguistas y que sorprende al Cónsul de Bolivia, sabiendo
que a las tres de la tarde, como aconteció, serÃan masacrados sin piedad por
Silva Renard los miles de ocupantes de la Escuela Santa MarÃa.
Este cónsul, desesperado por la inminencia de la hora
señalada para el crimen, les ruega a sus conciudadanos que salgan del
campamento obrero:
“¡Digan! ¡Hablen…! ¡Por amor de dios! ¿Se van o se quedan?
(…) Van a perderlo todo.
Una voz habló desde la profundidad. Una voz tranquila,
cavernosa, casi sin ruido, muy honda emergiendo de una cara demacrada que
pertenecÃa a un ser corpulento. La voz del minero viejo de Esmeralda. La mujer
joven, a su lado, apretaba al niño recién nacido contra su regazo. (…)
-Caballero cónsul: aquà en Iquique hay mas de mil
bolivianos. Solo unos pocos están en esta pieza. No se puede ya juntarlos a
todos.
-SÃ- gritó el cónsul-, pero ustedes al menos, váyanse, por
favor. ¡Partan por amor del cielo! ¡Párense de una vez! ¡Anden! ¡Salgan…! Van a
pasar barbaridades, cosas graves aquÃ…¡A las tres…! ¡Apúrense! Yo me tengo que
ir al momento! ¡Párense, por Dios!
¡Vámonos!
(…)
Más adelante le dicen al cónsul:
-Señor caballero cónsul: nadie aquà es kantuta, nadie es aquÃ
sauce llorón. Váyase nomás, señor cónsul.
-¿Pero ustedes…? ¿Entonces ustedes son suicidas?- interrogó
con desesperación.
Nadie contestó. Tal vez ninguno entendió la palabra suicida.
Repitió con una quejumbre terrible, con un acento
infinitamente trágico:
-¿Pero ustedes, ustedes…?
-¿Nosotros? ¿Nosotros?- repitió la voz como una
melopea-.¡Nosotros con chilenos vinimos. Con chilenos morimos!
Hasta aquà las notas que hemos podido recopilar para hacer
incapié en la importancia de la solidaridad y fraternidad de clase que se pudo
expresar en este momento crÃtico de la historia del movimiento obrero chileno,
que en realidad es parte de las luchas continentales en contra de la
explotación y en camino a logra sus derechos laborales y polÃticos que fueron
tantas veces negados por la clase gobernante.
A modo de conclusiones podemos presentar un par de ideas que
quisiéramos poner a discusión.
En el trabajo “La guerra preventiva: escuela Santa MarÃa de
Iquique. Las razones del poder” el historiador Sergio Grez Toso, se plantea en
respuesta a la pregunta de por qué se produjo la operación militar y
consecuente matanza de obreros en huelga que:
…” el acto de policÃa perpetrado en la Escuela Santa MarÃa
de Iquique respondÃa a una estrategia de guerra preventiva contra el enemigo
interno, como manifestación de la polÃtica “por otros medios” a la cual la
elite y el Estado chileno recurrirÃan reiteradamente a lo largo del siglo
XX.”
Por otro lado, en un análisis de los eventos por parte del
obrero Sixto Rojas, sobreviviente de la masacre y que en un mitin en la Plaza
Condell de Iquique dice en diciembre de 1908, respecto a las responsabilidades
de los organizadores y dirigentes obreros que encabezaron la Huelga:
“culpa grande, muy grande…No haberse dispuesto para el momento
de defenderse como debÃan”, porque habÃan confiado en la hidalguÃa de sus
adversarios, renunciando al derecho a la defensa de todos los seres”.
Asimismo, esta masacre pone término a una fase de la
historia del pueblo trabajador, de predominio anarquista en sus dirigencias e
influencias ideológicas, y avizora la aparición de los partidos de clase y
obreristas como fue el Partido Obrero Socialista, fundado en 1912 en Iquique
por Luis Emilio Recabarren.
De esta manera queremos rendir homenaje a todos los obreros,
hombres mujeres y niños asesinados en esta masacre gestada por el poder
económico, polÃtico y militar del estado chileno y recordar el verdadero pacto
de sangre entre los trabajadores salitreros que no trepidaron en caer juntos,
no importando su nacionalidad por el sagrado derecho a rebelarse contra la
explotación y la rapiña de los empresarios mineros de Chile.
Justo homenaje y recuerdo a un año más de estos sucesos.
Por la hermandad en la lucha de todos los trabajadores de
nuestro continente
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