Taller de análisis militares,
Centro de Estudios Francisco Bilbao.
El actual comandante en jefe del
Ejército, Ricardo Martínez, dijo en el parlamento, que no hay crisis en la
institución, el gobierno a dicho no hay crisis, los parlamentarios de derecha y
otros de la ex Nueva Mayoría, repiten…. no hay crisis.
Pero la realidad es que el
Ejército de Chile, está en una enorme crisis y si algo de honor y amor a la
Patria ha tenido la institución a lo largo de su cuestionable historia, hoy
está en vías extinción.
Entre otras cosas, vivimos las
consecuencias de un tipo de transición luego de la dictadura, donde la impunidad estructural por lo sucedido bajo el
gobierno de Pinochet fue parte del acuerdo entre los militares y la oposición
burguesa. Con la impunidad estructural, se ha intentado borrar la verdad de lo
que pasó, no solo por las violaciones a los DDHH, también por el saqueo, por la
corrupción y por el privilegio económico que se aseguraron los oficiales de
FF.AA y de Orden para ellos y sus familias. La dictadura dejo una herencia de
corrupción y saqueo a las nuevas generaciones de oficiales y suboficiales, que
la democracia burguesa no tuvo la voluntad de corregir.
Varios de los imputados en los
distintos casos de fraude al fisco, han dicho que “todos lo hacían”, que era
“algo normal”, es decir el fraude al fisco; que todos sabían que era un engaño, se
convirtió en una conducta, una forma de fraude a todo nivel, amparado e
incentivado desde el alto mando, ya que el segundo hombre del Ejército, General
(R) John Griffiths, está siendo procesado por los fraudes. A esto se suma que
una hermana, oficial de la institución, del actual comandante en jefe, está
también en tela de juicio. No es casual, que ahora, por la renovación del alto
mando, 21 generales pasan a retiro, 22 si sumamos a Griffiths.
La corrupción se consolidó como
una manera de actuar, una especie de ideología institucional, donde no hay
cabida para el honor y el patriotismo.
Casi la mitad del generalato deja
el servicio activo y el ministro de defensa, Alberto Espina, se niega a decir
quiénes salen por los fraudes y solo generaliza que las causas son por distintas situaciones, antigüedad,
desempeño, voluntaridad, etc.
Son sólidas las evidencias que
confirman que el fraude y la corrupción
son formas de conductas permanentes, generalizadas, donde están involucrados
cientos de oficiales y tropa, un botón
de muestra es el caso del Fondo de Ayuda Mutua del Ejército (que solo es una
situación en el sur del país), fraude que podría superar los $3 mil
millones. Carlos Palma, fiscal a cargo
de la investigación, confirmó que al menos 584 oficiales y suboficiales de la
institución son potenciales imputados en la indagatoria.
El propio alto mando confirma que consideran el fraude
al fisco como algo “normal”, ya que al anunciar el retiro “voluntario” de John
Griffiths, por el caso denominado “turismo militar”, no se condena en ninguna
parte el hecho delictual, sino que le “agradece” al imputado, su brillante
trayectoria militar. Parece que brillante es robarle al fisco por
años.
Que patriotismo puede haber, que
es parte de la justificación para la existencia de las FF.AA y de Orden, si le
robas a la Patria, ya que se supone que el fisco, la representa. ¿Son patriotas
o mercenarios?
En la editorial del “Memorial del
Ejercito de Chile”, N° 424, de 1986, sobre la Historia del Ejército, Historia
oficial, que nació de una resolución de Pinochet, encomendada a historiadores
de la Academia de Guerra y de la Universidad de Chile, se asegura
que “el ejército de Chile es una institución tradicionalmente sujeta a un severo
código ético profesional, expresado en preceptos constitucionales, doctrina y
reglamento que conforman una moral militar que es la clave y el alma de su
eficiencia y disciplina” y luego agrega “los valores morales y principios
orgánicos y doctrinarios que constituyen el alma militar son el principal
elemento que ha permitido en la guerra notables triunfos en el campo de batalla
y en las horas apacibles de paz, el actuar siempre honorable y austero de
patriótica entrega a la Nación”:
Con justa razón ponemos en
cuestión la honorabilidad y patriotismo del Ejército en las matanzas obreras
del inicio del siglo XIX, o en la llamada pacificación de la Araucanía, o en el
saqueo y violaciones masivas en la
Guerra del Pacifico o en el golpe terrorista de 1973 y muchos otros hechos. Para muchos el Ejército de Chile ha actuado como “guardia
pretoriana de la oligarquía”.
Seguramente, la mayoría de los
que pertenecen al autodenominado “mundo militar”, discutirán las últimas
aseveraciones, pero podrán estar de acuerdo, en cuestionar el patriotismo y el honor,
de los que le roban al país y se aseguran su bienestar económico y familiar en
desmedro del “bien común” que dicen defender.
Los recientes escándalos de
corrupción, seguramente menores, frente a otros escándalos, como la compra de
armas, los espionajes para el imperio gringo u otros, tienen la relevancia, que
han salido a la luz pública, por las denuncias legales, la actuación de algunos
jueces y el eco en algunos medios de prensa.
Podemos estar de acuerdo, que
estamos frente a casos que no son hechos aislados, que está involucrado el alto
mando, que hay secretismo, que se ha generado una conducta común, una forma de
vida, una cultura de la corrupción al interior de la institución cástrense.
Podemos estar de acuerdo, que el
honor y la defensa de la patria, ya no está en el imaginario del conjunto de
los Integrantes del Ejército, que hemos pasado del patriotismo a una
institución compuesta por mercenarios, donde el interés por el dinero, no
importando como se consigue, es lo central. El vil dinero reemplazó a la
Patria.
No es bueno para la Patria, decir
que no hay crisis, como lo asegura el gobierno, siendo que la crisis es
evidente. Un periodista, muy conocido, preguntaba se puede combatir de esta
manera, ¿se puede defender a la patria en medio de la corrupción? Preguntamos
nosotros, se puede asegurar que tendrán interés patriótico, y no por el dinero,
oficiales que no tienen honor y están dispuestos a robarle a los que dicen
defender. Quien puede asegurar que no se venderán al mejor postor.
Para asegurar la soberanía de
Chile y su pueblo, se necesita refundar al Ejército, bajo una nueva doctrina
militar, con códigos de honor y ética que hoy no existen. Sin honor no hay
defensa de la Patria, es decir, no hay
bien común.
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